No fue mi primera opción en las últimas vacaciones (junio 2018). Sabíamos que queríamos ir a Asia porque teníamos tres semanas y este continente es el que más nos gusta por lo diferente que es en todo. Nos tiene atrapados.
Al tener tanto tiempo para viajar nos decantamos por un país grande, preferimos hacerlo en una vez y no tener que ir varias veces para conocer lo más importante.
Tengo que recordar todo lo emblemático que tiene China y que son de sobras conocidos por todos: la Plaza Tiananmen, el Mausoleo de Mao.
En general no había oído comentarios positivos sobre limpieza y otras costumbres como la de escupir en la calle, el problema de la polución… En fin, que me iba preparando mentalmente para todo ello.
Quizás fue por esto que me ha sorprendido gratamente. He encontrado un país muy avanzado tecnológicamente hablando. Pagan con el móvil escaneando el código QR en los establecimientos, incluso en chiringuitos de la calle como los que se ponen en las fiestas en nuestras ciudades. Las calle están muy limpias, tengo que reconocer que, en muchos casos, mejor que aquí. Y, en cuanto a lo de escupir, creo los superamos.
Me he sentido agusto, sin sensación de inseguridad, cosa que para mí es importante. La única pega es el tema del idioma. Son contados los chinos que hablan algo de inglés. Este fue uno de los motivos por los que escogimos viaje organizado con agencia. Hubiera sido complicado hacernos entender, por ejemplo, en la estación de trenes de Pekín porque estaba todo escrito únicamente en chino; sólo podíamos leer los números. Menos mal que el guía nos dejó en el andén correcto para subir al tren para ir a Xian.
Sin embargo las estaciones de metro ya están los letreros en los dos idiomas (chino e inglés). Ello nos permitió movernos con libertad las tardes libres. Además es un medio de transporte muy barato: en Xian costaba 0,30€ y en Shanghai 0,50€. También es cierto que, ir en un taxi durante 40 minutos, costaba alrededor de 4,50€ en Pekín; pero los taxistas no son muy amigos de llevar extranjeros (en algunas ciudades) porque piensan que van a tener problemas para entenderse. No es así si en el hotel pides una «business card» con el nombre y la dirección del hotel escritos en chino y se la enseñas al taxista para volver. Y para ir a cualquier sitio, enseñando el plano de la ciudad e indicando dónde quieres ir, solucionado.
En cuanto a las comidas también nos ha sorprendido gratamente. Hay mucha variedad y, para mi gusto, es mejor que la de los restaurantes chinos de aquí que es mucho más básica. Eso sí, allí es picante. Cierto es que, cuando te ven extranjero, son más comedidos e incluso te sirven el picante aparte para que lo adereces a tu gusto. Los precios son más baratos que los de aquí, hemos llegado a comer bien por 5€ por persona.
En cuanto al carácter, nos hemos encontrado chinos sonrientes, amables, y consumistas, lo cual nos ha chocado viendo lo trabajadores que son los de aquí que nunca te los encuentras consumiendo en tiendas y restaurantes. Allí, si pueden permitírselo, se compran muchos artículos de marca. Hacen mucha vida en la calle, taichi en los parques por las mañanas, bailes con música en las aceras por la noche, les encanta la fiesta, las luces, los colores… Es verdad que, tal y como intuimos aquí, se visten y ponen complementos muy infantiles; esto nos hacía bastante gracia.
El parque automovilístico también nos ha dejado con la boda abierta por la cantidad de vehículos de alta gama que circulan por las calles, casi no se ven utilitarios de andar por casa como aquí. Y las motos son prácticamente todas eléctricas. La polución les está cambiando rápidamente la manera de pensar y comprar.
En fin que recomiendo China, es un gran país y no sólo por su extensión y número de habitantes. No nos hemos sentido agobiados por la masificación, son muy ordenados, nos hemos sentido seguros y bien acogidos. Creo que, en unos años, cuando se hayan puesto al día con el inglés, será un interesante país asiático a visitar por libre.
China, ese gigante super avanzado. Al hilo de lo que comentas es un país donde empiezan a deshacerse del pago en efectivo, un gran sistema para luchar contra la corrupción. Son hiperconsumistas por muy (o poco) comunistas que sean. Les gustan la ropa de marca y el último modelo de móvil, a ser posible iPhone, no verás a un chino llevar un bolso falsificado, que por otra parte ellos mismos fabrican.
También me sorprendió el poco interés que tienen en reciclar, no observé en ninguna parte que separaran las basuras, ni contenedores por la calle diferenciando los residuos.
Un gran país (literalmente) que no te dejará indiferente, hay mucho que ver y experimentar.