Nuestro primer contacto en Asia Central nos llevó a Uzbekistán, un desconocido y misterioso país que empieza a ser un destino turístico en alza. El sufijo -stan que comparte con sus países vecinos significa “tierra de”, de esta forma Uzbekistán es el país de los uzbekos. La etnia uzbeka es una de las más antiguas del planeta como atestigua su extensa, vibrante y rica historia que se remonta miles de años y de la que os damos unas pinceladas.
Breve historia de Uzbekistán: entre la ruta de la seda y Tamerlán
Antiguamente, este territorio fue un crisol de culturas y civilizaciones debido a su ubicación estratégica en la Ruta de la Seda, la histórica red de comercio que conectaba el este de Europa con el Lejano Oriente. A lo largo de los siglos, varias dinastías e imperios han gobernado la región, dejando un legado cultural impresionante.
Durante el siglo IV a.C., Alejandro Magno conquistó la región, expandiendo la influencia helenística. Más tarde, fueron las invasiones de poblaciones nómadas de China, y entre ellas la del Imperio Kushán, las que trajeron la religión budista y la nueva vía comercial hacia Oriente. En el siglo VIII la llegada de los árabes introdujo el islam, que se estableció firmemente en la zona influyendo profundamente en su cultura y arquitectura.
En 1220 el imperio mongol, con Gengis Khan a la cabeza, arrasaría el país destruyendo la cultura y la economía. En el siglo XIV el conquistador Tamerlán (Amir Temur) emergió de Samarcanda creando un vasto imperio y transformando su ciudad natal en un centro de poder y arte. Su legado incluye impresionantes monumentos que aún se pueden admirar hoy en día.
El dominio uzbeko continuó bajo la dinastía Shaybánida en los siglos XV y XVI consolidando el idioma y la identidad uzbeka. Sin embargo, en el siglo XIX el Imperio Ruso anexó la región convirtiéndola en parte de su imperio hasta la Revolución Rusa de 1917. Tras un breve periodo de independencia, Uzbekistán fue incorporado a la Unión Soviética en 1924 como una república socialista.
La era soviética trajo modernización y desarrollo industrial pero también represión y cambios sociales profundos. Finalmente en 1991, con el colapso de la URSS, Uzbekistán declaró su independencia iniciando una nueva era como nación soberana.
Hoy Uzbekistán es conocida por su patrimonio cultural, sus impresionantes monumentos históricos y su diversidad étnica. El país sigue siendo un testimonio vivo de su vibrante y polifacética historia.
Para los que os preguntáis si es peligroso viajar a Uzbekistán, honestamente podemos decir que es completamente seguro. La dictadura de su gobierno aleja, con puño de hierro, cualquier atisbo de radicalismo islámico y castiga duramente los delitos habituales. En Tashkent encontramos muchísima seguridad, cualquier lugar con mucha afluencia de público, por ejemplo centros comerciales, es protegido con unidades militares incluso con arcos de seguridad en los accesos.
Tashkent
La capital, desde 1930, es Tashkent elegida en lugar de Samarcanda durante la era soviética. Cuenta con unos 2,6 millones de habitantes y sorprende por su ambiente cosmopolita. No es tan atractiva como las otras joyas del país, pero tiene sus encantos y recomendamos pasar al menos una noche. Lo principal se puede ver en un día sin prisas. Nada más llegar al aeropuerto os recomendamos cambiar moneda en el puesto que encontraréis en el hall, ofrecen muy buen cambio a la moneda local, el som uzbeko. También hay varias opciones para adquirir una SIM para internet, nosotros compramos una para 30 días con 50 Gb por 8,00$ de Beeline, con excelente cobertura durante todo el viaje.
Transporte. Para moverse por las principales ciudades de Uzbekistán, Tashkent, Samarcanda y Bujará, nosotros empleamos el Uber ruso, la aplicación Yango (Android – IOS) que puedes instalar antes del viaje, pero terminar de configurar el pago con tarjeta una vez llegues al país. Los trayectos suelen costar entre 0,50€ y 2,00€ dependiendo de los kilómetros. La usamos infinidad de veces para movernos por las ciudades y os recomendamos la opción confort ya que, por unos céntimos más, los coches son más grandes y cómodos.
Nuestro alojamiento para una noche estaba ubicado en medio de una zona moderna con vistas al canal Anhor, donde multitud de franquicias locales e internacionales se aglutinan a lo largo de un amplio paseo en la ribera del canal (la otra orilla en obras lleva el mismo camino), imitando el desarrollo urbanístico de cualquier ciudad centro europea. En las primeras horas en Tashkent, ya casi de noche, dimos un pequeño paseo por los alrededores y nos decantamos por una pizzería para cenar.
Al día siguiente comenzamos temprano a explorar la ciudad, empezando por la mezquita Minor, de un impresionante mármol blanco y una cúpula azul turquesa, fue inaugurada en 2014 y es muy popular entre los locales. Se puede entrar al patio y ver desde allí la sala de oración.
De camino a la estación de metro de Bodomzor sorprende lo limpias que están las calles, ni un papel en el suelo. El sistema de metro de Tashkent fue el primero que se implementó en Asia Central siempre bajo el modelo soviético de construcción. Merece la pena visitar algunas de ellas por su espectacular decoración. A la entrada, de nuevo mucha seguridad, compramos dos billetes que consisten en un papelito con un código QR por 2000 som cada uno, apenas 0,15€. Como veis en las fotos la decoración es muy bonita y peculiar. En la línea verde los trenes son bastante viejos pero nos llevan en un momento a nuestra siguiente parada: la plaza Amir Temur.
Esta plaza, santo y seña de Tashkent, está dedicada a Amir Temur (Tamerlán), el comandante y fundador de un gran imperio medieval, el Turquestán, un vasto territorio compuesto de 27 países que abarcaba desde el Mar Mediterráneo hasta la India. En el centro de la plaza luce la espectacular escultura de Tamerlán, con el hotel Uzbekistán de fondo. Este emblemático edificio de estilo soviético cuenta con 17 plantas, fue concebido como «fachada oriental y escaparate» de la Unión Soviética. Por esta zona encontraréis bancos y cajeros donde cambiar soms uzbekos.
Saliendo de la plaza nos encontramos de frente con una animada y colorida calle peatonal (Sailgokh Street) con pequeños puestos de comida y bebida, cafeterías, tiendas, heladerías, ¡hasta un local para practicar tiro con arco! La calle parece patrocinada por Pepsi pues se ven sus carteles por todas partes. Nos tomamos un descansito antes de coger un taxi hacia nuestra próxima visita.
El complejo Hazrati Imam, el centro religioso más importante de la ciudad, consta de dos mezquitas (Hazrati Imam y Tillya Sheikh), dos madrazas (Barak khan y Muyi Muborak) y el mausoleo Kaffal Shashi. Nos llaman la atención los grandes espacios entre los edificios y la tranquilidad que se respira, además del tremendo calor. El complejo debe su nombre a uno de los primeros y más respetados Imanes de Tashkent, Kaffal Shashi, y también renombrado científico musulmán.
– Mezquita Tillya Sheikh: según dicen guarda un cabello dorado de Mahoma. No llegamos a entrar.
– Mezquita Hazrati Imam: el edificio principal con el famoso minarete con la cúpula azul. En la sala principal sólo se permite la entrada a hombres, pero merece mucho la pena. Hay otra sala para mujeres mucho más pequeña.
– Madraza Barak Khan: dentro del patio hay tiendas de artesanía y de recuerdos.
– Madraza Muyi Muborak: alberga una pequeña exposición de libros antiguos y uno de los primeros Coranes del siglo VII. Tiene un ticket extra para entrar.
La siguiente parada era el bazar Chorsu al que no pudimos entrar puesto que nuestra visita, un lunes, coincidió con la cita semanal de desinfección. Es un recinto enorme bajo una cúpula finamente decorada con más de 100 años de historia que contiene un gran mercado oriental donde comprar todo tipo de carnes, frutas, verduras, especias, frutos secos, ropa, etc. Para nuestra sorpresa una zona anexa alberga un inmenso mercadillo con calles laberínticas surcadas con multitud de puestos de todo tipo, es la manera perfecta de contemplar la vida local. Aquí reina un cierto caos, puedes encontrar un puesto de helados al lado de otro que vende fruta y verdura o una joyería. Todo está mezclado en una exquisita armonía. Nos llaman la atención unas bolitas blancas que vemos repetidamente por el mercado, se trata del kurt, bolitas de yogurt agrio, que se comen como las pipas. Las probamos por curiosidad y a nosotros no nos crearon adicción. Buscando un sitio para comer descubrimos una especie de ‘food court’, una zona con mesas y bancos corridos y en la parte central multitud de puestos en hilera cocinando platos de la gastronomía local. Había de todo, shashlik-kebab (brochetas de carne), samsa (empanadillas), shurpa (sopa de verduras y carne) y por supuesto plov, el plato nacional, que consiste en un plato de arroz, zanahoria, garbanzos, uvas pasas y carne estofada, cocinado a fuego lento con grasa de oveja en un wok gigante. Los vendedores llaman tu atención para que les compres en su puesto. Nos decantamos por uno muy simpático y degustamos un plov, dos brochetas de carne, ensalada de tomate, pan uzbeko y unos refrescos. El plov estaba riquísimo, junto con el pan uzbeko también delicioso, nos costó unos 9€ al cambio.
Volvemos al subterráneo, aprovechando la parada de Chorsu de la línea azul, paramos en la estación de Alisher Navoi, en honor al reconocido poeta y héroe nacional, con unas increíbles cúpulas de estilo oriental y paredes adornadas con azulejos. Retomamos la misma línea para acabar en la estación de Kosmonavtlar, donde parece que estás en una nave espacial. Está dedicada a los cosmonautas rusos. El techo representa la Vía láctea, las columnas son de vidrio verde y las paredes azules simbolizan el espacio. Hay multitud de marcos recordatorios como los de Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova, primer hombre y primera mujer en ir al espacio. Tampoco falta Ulug Beg famoso astrónomo uzbeko, nieto de Amir Temur, del que hablaremos en la próxima entrada. Es una estación realmente preciosa y detallada.
Hasta la hora de salida de nuestro tren hacia Samarcanda (19:20h) nos refugiamos del calor en un centro comercial próximo al hotel, donde nos aprovisionamos y descansamos de un día intenso. Nos está encantando este país y eso que lo mejor estaba por llegar.
Muy interesante y práctico. Muchas gracias por compartirlo.
Muchas gracias Cristina. Nos alegramos de que te haya gustado.
Como siempre un recorrido muy completo con fotos preciosas, que da una idea del país a visitar para el que quiera hacer turismo por allí, gracias por toda la información que dais, lleva detrás mucho trabajo y dedicación. Me ha gustado mucho como siempre
Muchísimas gracias Ara. El trabajo y el tiempo invertido siempre compensa para todos los que vayan a visitarlo y por supuesto para los que nos seguís. Un besote.
Hola. En breve voy a ir, con más gente a Ubezquistan y tengo que llevar medicación, he leído en algún sitio que hay que llevar los medicamentos en su envase original y la receta que justifica su empleo. Es así, hay que declararlo al entrar? Y por ejemplo el Ibuprofeno o cualquier producto que se lleve en el botiquín?
Hola Julio. Gracias por tu comentario. Nosotros llevamos las medicinas en los blisters, sin su envase original, y no tuvimos ningún problema. Si tu caso es alguna enfermedad crónica que requiera alguna medicina más rara o especial, puedes pedirle a tu médico que te firme un certificado médico, como contamos en esta entrada Viajar teniendo una enfermedad crónica. En nuestra experiencia viajera no hemos tenido nunca este tipo de problemas en la frontera de los países. Qué disfrutes de este gran país. Un saludo