COSTA RICA

Recién llegados de allí, he querido plasmar mis sensaciones, antes de que la perspectiva las difumine.

Tres palabras me vienen a la cabeza pensando en este país: naturaleza, caro y huelga.

Lástima que no todo haya sido positivo, porque sus gentes son muy amables y el país es precioso aunque le falta desarrollarse, sobre todo en infraestructuras, carreteras principalmente.

Escogimos el modo de viaje “fly and drive” con los alojamientos reservados desde aquí porque en septiembre todavía es temporada alta de turismo europeo y norteamericano; aunque yo creo que no hubiésemos tenido problemas en dormir en lo que ellos llaman “cabinas”, alojamientos más sencillos y baratos.

Teníamos dos semanas de vacaciones y estudiamos qué lugares iban a ser nuestros imprescindibles. La primera noche y la última, por un tema práctico, en San José, la capital, desde donde salen y llegan los vuelos.

Las dos siguientes noches en Tortuguero. Allí hay que ir con paquete organizado de hotel con pensión completa, excursiones y guías incluidos. Son todo canales y hay que desplazarse en barca. Los hoteles están en medio del Parque Nacional y puedes disfrutar, sin moverte de allí, de los monos cariblancos, los monos aulladores, los monos araña; las iguanas; los basiliscos; los cangrejos azules; los cocodrilos; las ranitas “blue jeans” rojas y de patas azules; y por supuesto, las tortugas marinas.

Nos ofrecieron la excursión nocturna para ser espectadores en primera línea del desove de las tortugas, naturaleza en estado puro. Cómo eligen el sitio, hacen el hueco, ponen los huevos en un estado de trance, y luego lo tapan todo para evitar depredadores en la medida de lo posible, nos resultó emocionante, mágico.

También aprovechamos para ir al “canopi” que es como llaman allí a las tirolinas, cosa que recomiendo para formar parte de este maravilloso escenario y verlo desde arriba. Aunque tengo que reconocer que tengo mucho vértigo y, la subida por una escalera de gato para llegar arriba, fue lo peor.

A partir del cuarto día cogimos el vehículo 4×4 de alquiler para recorrer a partir de ese momento el país por nuestra cuenta y sentir la libertad de ir a nuestro aire.

Muy pronto empezamos a tomar conciencia de lo caro que es, de hecho el país más caro de Latinoamérica. Por poner ejemplos, una lata de cerveza de 33cl costaba en supermercado alrededor de 1,50$ (Dólar USA). La moneda de allí son los Colones pero admiten el pago en ambas monedas, eso sí, la vuelta es siempre en Colones. Acostumbrados como estamos más a viajar por Asia que en general es más barato, pronto nos dimos cuenta de que las cenas no bajaban ningún día de 40$ los dos, así que decidimos aprovechar los desayunos que teníamos incluidos en los hoteles, comer de picnic y cenar en restaurante o Sodas (así se llaman allí los restaurantes populares). Descubrimos que en las panaderías hacen unas empanadas saladas individuales rellenas muy ricas por 1,20$ (solían tener de pollo, de jamón y queso, de patatas con salsa, de jalapeños con carne), y con bebida y fruta podíamos comer donde nos pillara. A este viaje nos llevamos nuestra cantimplora que nos vino muy bien para llevarla de excursión. El agua en Costa Rica es potable, no es necesario comprar agua embotellada. En los hoteles suele haber dispensadores para rellenarlas. De esta manera podíamos comer en la playa, en una cascada, en un Parque Nacional, en el coche, e incluso en la habitación.

Civitatis

Después de Tortuguero, nos dirigimos a Puerto Viejo, al sureste, en el Caribe. Una población pequeña, con mar y ambiente afrocaribeño. Allí se puede visitar el Parque Nacional de Cahuita. Tiene dos entradas: una para caminar por sendero dando una vuelta de unos 8kms y en la que se da un donativo en la entrada. Y otra en la que se camina por pasarelas de madera (2kms) de manera más cómoda sin pisar barro, y tiene un coste de 5$ por persona. Dentro del Parque se llega hasta Punta Vargas y hay playa.

Ese día por la tarde fuimos a la Playa Punta Uva donde hay una pequeña barrera de coral y estuvimos practicando snorkel. Disfrutamos mucho viendo erizos, coral, peces… Y de allí nos acercamos al mirador de Manzanillo desde el que se ve la playa tranquila. Esta es la zona más cercana a Panamá, de hecho se puede hacer desde allí una excursión en barco a las Bocas del Toro.

Cenamos en el restaurante Monli, que nos recomendó una pareja de Oviedo que aprovecho a saludar desde aquí.

Estuvimos alojados en Azania Bungalows, un remanso de paz y tranquilidad donde hay únicamente 10 casitas de madera entre la vegetación, una piscina en la que pudimos relajarnos y todo muy a mano, incluso la salida a la playa.

Los problemas llegaron al día siguiente que viajábamos de Puerto Viejo a Volcán Arenal. Los funcionarios declararon una huelga indefinida y cortaban las carreteras con piquetes. Esto, en un país en el que se circula entre 60 y 80kms por hora (son los límites marcados), provocó que tardásemos 8 horas a llegar cuando habitualmente son 4,5h. Esto nos acompañó en todos nuestros trayectos por lo que ensombrece bastante el recuerdo que me queda de este viaje. Hemos pasado demasiadas horas parados y al sol, gastando combustible porque no se puede respirar dentro del coche sin aire acondicionado. Y sobre todo el desgaste que supone ver cómo pierdes un tiempo precioso que necesitas para recorrer el país que has ido a conocer.

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Amanece a las 5:30h y se hace de noche a las 17:30h, aunque madrugásemos, como los desayunos solían ser alrededor de las 6:30h o las 7h, al siguiente destino llegábamos de noche y no te ubicas igual. Además las poblaciones están pobremente alumbradas. La mejor luz es la de los comercios que están abiertos.

Estuvimos alojados en La Fortuna, en el hotel Lomas del Volcán, en una cabañita con vistas directas al volcán, un auténtico lujo. Allí cenamos carne típica de esa zona la primera noche en “Nenes” y corvina al ajillo la segunda en “Víquez”, ambos muy recomendables; por precio, mejor el segundo (24$ los dos) y son muy amables.

En el área del Parque de Volcán Arenal vimos dos opciones de trekking: una en una finca privada cuya entrada son 12$ por persona, y el propio Parque Nacional que se pagan 15$ por persona. Escogimos la primera opción porque era el trekking más largo, de 2h, y te acercabas al punto más cercano permitido al cráter. Disfrutamos mucho esta caminata y tengo que destacar que vimos un insecto palo. En la foto no se apreciaba bien, así que os dejamos un pequeño gif para ver cómo se movía cuando notó que lo habíamos descubierto.

Esa tarde fuimos a las termas de Tabacon, no a las oficiales del hotel sino a las populares (y gratuitas). Están justo enfrente. Se nota por la cantidad de coches que hay en el arcén. Le pagas una propina al gorrilla y te adentras en un sitio bien curioso, pasas por debajo de la carretera y buscas sitio en el río con agua termal para poder relajarte.

Siguiente destino: Monteverde. El trayecto fue muy pesado porque el navegador nos llevó por caminos sin asfaltar aunque resultaron ser los más directos según nos dijeron, y nos vibraba todo el cuerpo al llegar. Aquí tuvimos que sacar la manga larga y el paraguas porque nos llovieron las dos noches, y de qué manera. Las cenas las hicimos en dos Sodas recomendadas: Sabor Tico (en el edificio del centro comercial, en la segunda planta), y en la Bonanza (recomiendo el pollo en salsa de maracuyá).

La primera tarde fuimos a ver el árbol hueco que, como puede apreciarse en la foto, se puede acceder hasta la copa escalando desde dentro del tronco sin ninguna dificultad. Es muy curioso y es de lo poco que sigue siendo gratis en ese país.

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Al día siguiente por la mañana fuimos a ver los puentes colgantes. Elegimos la empresa Sky Adventures cuya tarifa con guía por 2h es de 39$ por persona. Aquí descubrimos un insecto hoja, también raro de ver, así que nos consideramos afortunados.

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El guía nos descubrió las tarántulas, y nos contó curiosidades de la fauna costarricense. Está prohibido alimentar a los animales porque tienen estudiado que, a la tercera generación, han perdido el instinto de buscar su propia comida y sólo la buscan en las mochilas de los turistas a los que han perdido el miedo puesto que han mamado desde crías con sus progenitores que no les hacen daño. Por tanto escribo esta explicación desde aquí porque creo que es a tener en cuenta intentar no cargarnos la biodiversidad que tienen allí. Los mapaches de hecho no tienen ningún miedo y disponen de las mochilas de los turistas a su antojo.

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Por la tarde fuimos al Parque Nuboso de Santa Elena: 22$ por persona… podéis ir sumando el presupuesto de ese día sólo en ver naturaleza, aparte comer y echar gasolina al coche. Una ruina. Pero es recomendable hacer un trekking y llegar hasta el mirador La Ventana en la que uno encuentra la división continental de sus aguas, hay dos vertientes: una que desemboca en el Mar Caribe y la otra en el Océano Pacífico ¡y están en el mismo Parque! Merece la pena, en el propio mirador puedes poner un pie en cada vertiente. También hay un puente colgante y una catarata.

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Al día siguiente, pese a madrugar todavía más, nos encontramos con parones en la carretera pero conseguimos llegar a Manuel Antonio todavía de día y habiendo pasado por el puente sobre el río Tárcoles donde se pueden hacer fotos a los cocodrilos de la orilla.

En el hotel tuvimos la grandísima suerte de tener un perezoso con su cría en un árbol en la misma puerta de la habitación. Esto sí que fue un regalo, el premio gordo.

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No puedo opinar sobre el Parque Nacional de Manuel Antonio porque no fuimos, decidimos ir hacia el sur y pasar refrescándonos un rato en la Catarata Uvita.

  Y a continuación dirigirnos a Marino Ballena, llamado así por la forma que tiene de cola de ballena como podéis apreciar en la foto. Desde mi punto de vista, la joya de la corona, lo mejor de Costa Rica: impresionante. Se puede cruzar hasta Punta Uvita cuando baja la marea (en estas fechas a las 15h). Nosotros cruzamos antes, cuando todavía nos llegaba el agua un poco más arriba de la rodilla y las olas del norte y del sur rompían en medio donde estábamos caminando nosotros. Allí ofrecen excursiones para el avistamiento de ballenas aunque nosotros preferimos hacer snorkel, sumergirnos en la barrera de coral de esa zona y disfrutar de la fauna marina más pequeña.

Al día siguiente vuelta a San José, de nuevo con problemas por la huelga.

Fuimos al centro de la ciudad y fue una lástima no encontrar ni un solo restaurante local para cenar. La calle peatonal está plagada de franquicias extranjeras.

En resumen, encantados de haber visitado este país bendecido por tanta naturaleza pero una pena haber coincidido con la huelga. Agradezco la amabilidad de sus gentes y siento que sus precios estén tan altos porque son los primeros en sufrirlos.

Precioso país. No os lo perdáis.

¡Costa Rica,  pura vida!

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  1. Bueno, la verdad es que tuvisteis muy mala suerte por las huelgas… El país es precioso por cada esquina. A nosotros Manuel Antonio nos parecio una joya. Un saludo. y ya nos contarás si en el siguiente teneis más suerte.

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