Casi despidiendo este annus horribilis hemos pensado en dedicar una entrada al denominado gen viajero. Para los que ansiamos recorrer el mundo, esta agonía de restricciones ha sido un fuerte varapalo para nuestras expectativas. Esa pasión por viajar, la sed de aventura que este año ha resultado frustrada por la dichosa pandemia. Hay quien pensará que ese dispendio económico, a veces ingente, es incomprensible e inconcebible año tras año. Si no tienes esa necesidad de explorar el mundo, te conformas con quedarte en tu zona de confort, seguramente esta entrada no es para ti. Alguien dijo, “Prefiero poseer poco y ver el mundo que poseer el mundo y ver poco de él”, algo que suscribimos completamente.
Por lo visto, existe un gen, conocido como DRD4, que está asociado al nivel de dopamina en el cerebro. La dopamina es una sustancia química que nuestro cerebro libera para aumentar la motivación, es la mediadora del placer. Este químico se dispara cuando emprendemos algún reto y cuando lo conseguimos. Hacer cosas que nos motivan y conseguirlas produce serotonina y endorfinas, y eso nos da felicidad, paz, tranquilidad. Esta recompensa se obtiene cuando ganamos una carrera después de entrenar durante meses, o también cuando conseguimos generar suficientes ‘likes’ con alguna publicación en nuestra red social favorita. Y si, viajar también es adictivo, mucho. Nos anima a buscar novedades, a alimentar nuestra mente que nos pide más y más.
Una variante de ese gen que comentamos, llamado DRD4-7R, es el culpable de esta desatada pasión por los viajes, el impulso de ver nuevos lugares, probar alimentos exóticos, abrazar el cambio y las nuevas experiencias. Las personas que lo padecen, alrededor del 20% de la población, manifiestan una mayor curiosidad, inquietud y deseo por explorar nuevos lugares. Uno de los orígenes de esta mutación genética podría estar en las largas migraciones humanas sucedidas a lo largo de la historia en busca de nuevas fronteras en busca de alimento, cultivando y transmitiendo esta curiosidad exploradora durante generaciones.
De pequeño me encantaban los mapas. Podía pasarme horas hojeando un atlas, curioseando países remotos, inventando historias sobre reinos imaginarios. Hoy en día marcamos sobre un mapamundi colgado en la pared los países que hemos visitado, y cada chincheta es un chute de endorfinas que nos impulsa a por la siguiente.
En nuestros viajes además de conocer nuevos lugares, nuevas caras, nuevas comidas, nos encanta pararnos, sentarnos en un banco y ver pasar a la gente. Somos curiosos por naturaleza. Conocer a las personas e interesarte por sus vidas es una de las experiencias más enriquecedoras que podemos recomendar. Es la mejor forma de eliminar prejuicios, abrir la mente y darse cuenta de que, a pesar de las fronteras, idiomas o culturas, no somos tan diferentes.
Otro punto fuerte a saborear es la oferta gastronómica, a veces nos faltan días de viaje para probar todo lo que nos ofrece el destino que visitamos. Nos encanta la variedad y hay infinidad de sitios por el mundo donde disfrutar de una rica comida casera. Por favor, cuando visitéis otros países no hagáis nunca la turistada de pedir un plato clásico de tu lugar de origen, patatas bravas, tortilla, etc. por no aventuraros a probar la comida típica allá donde viajéis. Dejaros llevar, probad algo diferente, podéis descubrir algo que realmente os emocione y os amplíe vuestro abanico gastronómico.
Tanto si eres de los que coleccionan destinos como nosotros o de los afortunados que lo han dejado todo y son vagabundos del mundo, como la familia Zapp con 20 años en sus alforjas, entiendes que un viaje es una inversión, que reportará sin duda experiencia, creatividad, idiomas, amigos… y que está totalmente justificado.
¿Y qué pasará tras esta crisis? Esa es la pregunta que nos hacemos todos. Tendremos que aprender a vivir con el nuevo orden, pero no tengo ninguna duda de que volveremos a inundar aeropuertos. Lo que probablemente sucederá es que los costes se incrementarán, si hay menos ofertas de vuelos, los billetes subirán. Los alojamientos se adaptarán a las nuevas medidas y trasladarán al cliente ese coste adicional, o al menos en parte.
Viajar es bueno para la mente. Te abre las puertas del conocimiento y de nuevas culturas, mantiene el cerebro activo, mejora la orientación y tus habilidades para comunicarte en otros idiomas. Viajar es adentrarte en aventuras y retos que jamás te habrías propuesto, como hacer parapente en una montaña desconocida o bucear por arrecifes únicos en el mundo. Viajar es llevar tus propios límites a lugares inimaginables. Viajar es conectar, aún más si cabe, con este planeta.
Nos vemos en el 2021 con nuevos retos y ganas de seguir viajando. ¡Hasta pronto!
Magnífico comentario y absolutamente cierto para los que nos gusta viajar y , además, lo hemos hecho.
Muchas gracias por comentar. Es una suerte poder conocer otros lugares del mundo.
Feliz año!
Me encanta lo que has escrito!. Siempre me fascinaban los libros de Julio Verne y los de exploradores de los Polos y los de supervivientes tipo Robinson Crusoe…y también me gustaba ver el mapamundi y situar esos países imaginando estar allí!.Y ahora me entero gracias a tí, de que tengo un gen DRD4-7R que tiene la culpa de todo, genial!. Así puedo justificar ante mis amigos que me miran con cara de asombro cuando me ven emocionada y feliz preparando algún viaje a la otra punta del mundo….es el gen!!
El último párrafo de tu escrito es especialmente maravilloso. Abrir la mente es una imperiosa obligación para llegar a hermanar a todos los habitantes de este maravilloso planeta, y la mejor manera de hacerlo es saliendo de casa y conociendo otras culturas, tantas maneras diferentes de pensar y vivir ….en una misma Tierra!
Muchas gracias por tu comentario. Cuando preparas el viaje y contemplas todo lo que vas a conocer no ves el momento de partir. Ese espíritu curioso es el que nos mueve a visitar otros lugares.
Somos afortunados por tener este planeta y poder explorarlo.
Feliz año!