Tokio en 6 días

Japón sin duda es el país de los contrastes entre la más avanzada tecnología y el empeño en mantener las costumbres más arraigadas y el respeto a los mayores (hay un día en septiembre dedicado a ellos).

Por ello mismo se aplicó el Sakoku en 1639 cuando los japoneses quisieron aislarse y prohibir la entrada de españoles y portugueses tanto comerciantes como misioneros. No querían ni su religión ni sus costumbres y cerraron las fronteras hasta que en 1853 los norteamericanos exigieron la apertura amenazando con una guerra porque estaban interesados en el hierro de este país. Durante todos estos años solo permitieron intercambios comerciales en el puerto de Nagasaki sobre todo con comerciantes holandeses que no pretendían cristianizar Japón. Como curiosidad los españoles trajimos la tempura que han incorporado a su propia gastronomía, tanto es así que incluso nosotros pensábamos que era un plato japonés.

Las religiones principales son el sintoísmo y el budismo. Se dice que un japonés nace sintoísta y muere budista. Conforme avanzan en edad les atrae más el tema de la reencarnación ¿a quién no le gustaría pensar que la vida no se termina en esta y se pueden tener más oportunidades, más vidas como en los videojuegos? Los santuarios son sintoístas y se distinguen por sus Torii. Los templos son budistas.

TOKIO

La capital de Japón y megaurbe, lidera el ranking de la ciudad más poblada del planeta. Curiosamente, caminando por ella, no tuvimos sensación de que estuviera masificada. 

Como es imposible abarcar todo en los 6 días que destinamos a recorrerla, decidimos dividir las noches: tres en la zona oeste al principio del viaje, nos alojamos en Shinjuku, y tres en la zona este al final del viaje, nos alojamos en Asakusa.  

Aterrizamos en Japón en el aeropuerto de Narita un 14 de septiembre de 2023 a las 14:45h. Teníamos reservado el Hotel the Knot como centro de operaciones.

A pesar del agotamiento y para acostumbrarnos rápidamente al cambio horario (7 horas más que España) hicimos un breve descanso y nos fuimos a visitar Omoide Yokocho, es un estrecho callejón repleto de diminutos restaurantes, algunos claustrofóbicos en los que apenas caben los comensales, muchos de ellos tienen un banco alrededor de la barra y utilizan la pared como respaldo. Trataba de imaginar cómo podía ir al aseo el comensal del fondo teniendo que hacer levantar y salir del local al resto. Y es que en Tokio el metro cuadrado está aprovechado como un Tetris. La zona está muy animada y puedes probar auténtica comida callejera a precios más que populares, de hecho cenamos los dos por 17€, aún recuerdo la ensalada de sashimi (pescados crudos) que degustamos, nos pareció exquisita.

Al día siguiente, tras el merecido descanso, empezamos a recorrer la zona. Nos movimos en metro con la tarjeta Suica pues no activamos el JR Pass hasta el día que nos fuimos de la ciudad. Cada viaje de metro nos salía entre 150 o 200 yenes. El cambio aproximado es 100 yenes por 0,62€ o, visto de otra forma, 1€ son 162 yenes.

Primer día completo en Tokio zona oeste 
Barrio de Chiyoda

Palacio Imperial: donde reside el Emperador de Japón y lo componen el edificio principal, la residencia privada, oficinas, museo y biblioteca. No visitamos el interior, entre otras razones, por la enorme fila que había para entrar, además tampoco es visitable en su mayor parte. Habíamos leído que lo más interesante eran los jardines, el foso y los muros y a ello dedicamos nuestra visita. No obstante, consideramos que, si disponéis de poco tiempo, no es imprescindible.

Muy cerquita llegamos caminando a Godzilla Square donde se encuentra la estatua de Godzilla, el famoso monstruo de ficción japonés que ha protagonizado varias películas. En el año 1995 se instaló una primera estatua que se trasladó al interior de los cines Toho Cinemas Hibiya y la que ahora está en la plaza, del año 2018, es de un tamaño mayor. 

Civitatis

Foro Internacional: el impresionante edificio diseñado por Rafael Viñol, arquitecto uruguayo, que aprovecha el espacio de manera inteligente buscando la luz a través de miles de cristales soportados por vigas de acero, nos dió la sensación de estar debajo del armazón de un barco transparente y es altísimo, mide 58 metros. Se utiliza para conferencias, exposiciones y conciertos. En su interior hay tiendas y restaurantes.

Kitte Marunouchi: es un centro comercial pegado a la Estación de Tokio y al que entramos para subir a la azotea donde hay una terraza para tomar fotos de la estación y observar los trenes. El edificio en sí también merece la pena y dentro hay una oficina de turismo multilingüe además de la oficina central de Correos de la ciudad.

Estación de Tokio: es un edificio muy característico de ladrillo rojo y tejado negro inspirado en la Estación Central de Amsterdam, fue inaugurado en 1914 y a punto estuvo de ser demolido en los 80. Menos mal que finalmente se decidió restaurar y estuvo listo tal y como lo vemos ahora para la celebración de su centenario en 2014. Es enorme, cada día parten de allí más de 3000 trenes y además conectan muchas líneas de autobús urbano. Justo delante hay una plaza enorme con un estanque de agua a ras de suelo con chorritos para aliviar el intenso calor donde los niños se refrescaban aquel día.

Barrio de Ginza

Otra de las zonas comerciales top de la ciudad con boutiques, museos, restaurantes, etc. por el que caminamos para ver el reloj de Seiko (en el edificio Wako) que lleva en marcha más de 120 años y que preside otro paso de peatones como el de Shibuya.

Mercado Tsukiji: el enorme mercado de pescado de Tokio. Antes de ir lo imaginaba tipo lonja pues era donde se celebraban las subastas de atún, pero eso fue en el pasado, alrededor de aquello fueron abriendo puestos, tiendas y restaurantes de pescado en las calles aledañas y hoy en día es un mercado exterior por el que puedes caminar y entretenerte con la gran oferta de productos locales y comida callejera. Allí compramos cacahuetes rebozados en wasabi y también un tubo de esta pasta verde porque nos encanta el picante y es algo típico de Japón.

Barrios de Omotesando y Shibuya 

En el mismo día por la tarde después de descansar y sentir nuestro primer terremoto 3,9 escala Richter, quedamos con nuestros primos que viven en Japón, en el barrio de Omote-Sando para recorrer a pie sus calles comerciales con tiendas exclusivas, incluso de segunda mano con artículos en perfecto estado, por ejemplo bolsos de marca que ellas utilizan con gran cuidado y a los que, en muchos casos, ni siquiera quitan la etiqueta. De esta manera tienes la sensación de estar estrenando un bolso de marca pero a un precio mucho más asequible.

Y, aunque empezó a llover, no empañó la experiencia de cruzar varias veces el famoso cruce de Shibuya que presume de ser el más abarrotado del mundo. Como los semáforos detienen la circulación a la vez de las calles que confluyen hacia él, puedes cruzarlo en la dirección que quieras y por supuesto la más popular es hacerlo en diagonal. 

Hay varios centros comerciales en esa zona y todo el mundo quiere la foto desde arriba. Pues bien, en el Magnet by Shibuya 109 hay una tienda de comics y manga en el piso 6 desde cuya ventana podéis hacer fotos sin tener que pagar por hacerlo desde algún otro mirador. La tienda se llama Mugiwara Store One Piece.
Justo en la acera de enfrente del Magnet by Shibuya se encuentra la plaza con la estatua de Hachiko, el perro que esperaba pacientemente a que su dueño llegase a la estación y siguió haciéndolo diez años más después de su muerte. Esta lealtad le valió la simpatía y cariño de los japoneses y hoy en día es el punto de encuentro más popular de la ciudad.

Segundo día completo en Tokio

Como decíamos en los tips, el JR Pass se puede activar antes del día que se vaya a emplear. No lo sabíamos y tuvimos que hacer una fila tremenda que nos condicionó el resto de la mañana. Queríamos haber ido a Kamakura y tuvimos que renunciar a ello.

Kamakura es una población costera famosa por su Gran Buda en el templo Kotoku-in. El centro de la ciudad es medieval por lo que tiene un tremendo atractivo turístico además de sus numerosos templos y santuarios. La playa de Yuigahama es un destino popular para los surfistas.

Barrio de Harajuku

Santuario Meiji: está dedicado al Emperador Meiji y su esposa la Emperatriz Shoken. Su entrada es gratuita y el recinto es enorme, con jardines y bosques. La entrada principal tiene un gran Tori de madera. Como era sábado, tuvimos la suerte de coincidir con la celebración de varias bodas en las que los novios iban ataviados con la vestimenta tradicional. 

La zona interior del santuario está compuesto por varias construcciones que forman una gran plaza donde se encuentra el Honden, el edificio más sagrado.

En uno de los lados hay un espacio para adquirir las tablillas ema donde escribes tu deseo que luego cuelgas. Aquí fue el primer lugar donde las vimos pero las encontraréis en todos los santuarios.

Allí compramos nuestro primer omamori, son amuletos que los japoneses adquieren en los santuarios como recuerdo y para obtener protección y fortuna. Los hay de diferentes formas y colores aunque el más habitual es en forma de saquito cerrado y nos advirtieron que no lo abriésemos para ver su interior porque, según la creencia, pierde sus propiedades. Cada santuario vende los suyos y hay quien los colecciona. También hay quien a final de año lo lleva de vuelta al templo para quemarlo, adquirir otro al comienzo del nuevo año y así renovar la fuerza de esta protección y solicitar un nuevo deseo o ayuda para alcanzar un objetivo, por ejemplo, los estudiantes lo compran como amuleto de buena suerte para aprobar los exámenes.

Otro recuerdo de los santuarios son sus sellos. En las tiendas de recuerdos venden unas libretas para que puedas plasmar en cada hoja el de cada uno. 

Al salir fuimos por otro de los caminos en el que veréis un montón de barriles, algunos son de sake, pues el Emperador animó a su producción y otros de vino, puesto que le encantaba. Tanto es así que aún hoy se reciben donaciones de barriles desde Francia. Siguiendo hacia la salida se encuentra otro gran Torii también de madera.

Muy cerquita de allí se encuentra la famosa Takeshita Street, salvando las distancias, me recordó a Carnaby Street en Londres. Es una calle peatonal llena de tiendas, restaurantes y cafés de animales. Disfrutamos viendo la ropa alternativa que les gusta llevar, tiendas de lencería de blonda y puntillas, droguerías, tiendas de recuerdos, por cierto que aquí está uno de los establecimientos Daiso, el todo a 100 japonés, muy barato para comprar algún recuerdo. En esta calle también se pueden adquirir pósters, fotos de cantantes y entradas de conciertos, esto forma parte de la cultura Idol de Japón, todo un movimiento social. Los cafés de animales de los que tanto habíamos oído hablar, pensábamos que eran de gatos pero los encontramos de perritos, cobayas, búhos, conejos, para todos los gustos. No entramos en ninguno pero es una manera de pasar un rato con un animal que no pueden tener en casa porque las viviendas son pequeñas.

Nos resultó curiosa la puerta de esta calle que está enfrente de la estación porque tiene una cámara enfocando a la gente que pasa y te puedes saludar a ti mismo e inmortalizar el momento con una foto divertida.

Barrio de Shinjuku

Como estábamos alojados en esta zona, por la tarde-noche fuimos caminando al edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio para subir gratis a su mirador en la planta 45. Así pudimos hacer fotos nocturnas del skyline de la ciudad.

Kabukicho: también denominado barrio rojo de Tokio. Miles de luces de neón iluminan la noche. Allí visitamos nuestro primer Don Quijote, la famosa cadena japonesa de tiendas con gran variedad de productos de alimentación, recuerdos, droguería, electrónica, disfraces, peluches, ropa, en fin, de todo. Lo que más nos llamó la atención fueron los Kit Kat de sabores, así que compramos los de Matcha, el té que toman los japoneses.

Al fondo de una de sus calles principales podréis ver la cabeza de un enorme Godzilla asomando sobre el hotel Gracery Shinjuku. También fue el primer sitio donde empezamos a notar la oferta de ocio para adultos. Las maids salen a la calle en busca de clientes, son camareras de aspecto infantil vestidas de criadas con cofia, faldas muy cortas, delantal y medias por encima de la rodilla que atienden a los clientes en los cafés mientras ellos imaginan estar en un mundo de fantasía. Dentro de los locales las chicas cantan y bailan para entretener a sus clientes, pero también hay un lado más oscuro que ya os podéis imaginar.

Pachinko: son máquinas de juego muy populares en Japón, similares al pinball. Compran bolitas de metal que van saliendo al circuito y rebotando en diferentes obstáculos, si acaban cayendo en una casilla central ganas un premio. El ruido en el interior de estos locales es ensordecedor. En este país está prohibido jugar para ganar dinero, lo que ganan son más bolas que luego pueden canjear por regalos, por ejemplo peluches o figuritas manga. Bien es cierto que hay locales cercanos a los Pachinko en los que los japoneses venden estos artículos a cambio de dinero. Detrás de estos negocios está la Yakuza (mafia japonesa).

Golden Gai: callejones muy estrechos donde puedes tomar algo en una de sus diminutas izakayas (tabernas).

Golden Gai

Tokyu Kabukicho Tower: es un rascacielos destinado exclusivamente al entretenimiento.

Tercer día completo en Tokio

Los últimos tres días de nuestro viaje nos alojamos en Asakusa, volvíamos de los Alpes japoneses (a los que les dedicaremos otra entrada) y antes de ir al hotel nos paramos en la estación de Ueno. Dejamos las mochilas en las taquillas de la estación, algo que recomendamos para aprovechar mejor el tiempo, y salimos a explorar.

Ueno

El barrio tradicional de Ueno mezcla naturaleza, arte y encanto del mundo real. Le dedicamos la mañana antes de hacer el check-in en el hotel.

Parque de Ueno: Al lado de la estación, este pulmón verde es mucho más que un parque. Cuenta con un zoológico que alberga los simpáticos pandas, iconos del barrio y gran reclamo para los más pequeños. Si tenéis tiempo es una fantástica opción. También alberga varios museos como el Museo Nacional de Arte Occidental, patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Nuestra visita por el parque nos condujo al templo Kiyomizu Kannon-dō donde disfrutar de unas buenas vistas del estanque Shinobazu y de un curioso árbol llamado pino de la luna (pine of the Moon). Este templo es popular entre las mujeres con problemas para quedarse embarazadas. En medio del estanque se encuentra el templo Beten-dō, nada especial si no fuera por su idílica ubicación rodeado de miles de nenúfares que flotan en el agua. Aquí probamos suerte con el omikuji (lotería divina), unos papelitos que puedes adquirir en la mayoría de templos y que predicen tu futuro y tu fortuna. Si lo que te ha tocado  no es bueno puedes colgar el papel con un nudo en unas cuerdas para alejar esa mala suerte.

Calle Ameyoko. Entre las estaciones de Ueno y Okachimachi discurre este particular mercado callejero, Ameya-Yokocho o simplemente Ameyoko, paraíso de las gangas y también de las falsificaciones. Después de la SGM fué el mercado negro donde encontrar productos americanos de contrabando. A día de hoy es un enorme bazar callejero con tiendas de alimentación (algunas especializadas en especias o productos desecados), de ropa (también de segunda mano), de maletas, de joyería y toneladas de souvenirs donde lo mejor es dejarse llevar y callejear. Si decides comer por allí hay multitud de izakayas y restaurantes a ambos lados de las vías del tren. Suelen estar abarrotados y siempre hay cola para los más turísticos. Nosotros decidimos ir al barrio coreano, a 15 minutos de la estación de Ueno, a comer en un sitio recomendado, que al final resultó que estaba cerrado. Encontramos un pequeño restaurante donde probamos el tonkatsu (cerdo empanado japonés) y su delicioso curry.

Asakusa

Nos alojamos en Asakusa, en el hotel Henna, un alojamiento sin apenas personal, con el check-in/check-out automatizado y muy futurista. Cuenta incluso con una biblioteca manga en una sala de descanso. Está muy bien conectado por metro y a 10 minutos andando del templo Senso-ji.

Asakusa, en la parte oriental de Tokio, mezcla lo tradicional con lo moderno en una excitante combinación altamente gratificante. Durante la SGM fué castigada con intensos bombardeos y la zona del templo de Senso-ji tuvo que ser completamente reconstruída, ahora es un símbolo de renacimiento y paz en Japón. Este majestuoso santuario es el templo más antiguo de Tokio, el más visitado del país y el lugar espiritual más frecuentado del mundo.

Después de descansar un rato en el hotel, al caer el sol callejeamos hasta el Centro de Información Turística y subimos al mirador situado en el último piso, que es gratuito, donde las vistas, ya nocturnas, de la calle Nakamise-dori y de la Tokio Skytree te dejan sin palabras. En la azotea también hay una excelente cafetería. Una vez abajo, es obligada la icónica foto frente a la puerta del trueno, Kaminari-mon, salvaguardada por dos guardianes a los lados, con menos turistas que de costumbre. 

Subimos hacia el templo por la calle comercial Nakamise-dori con prácticamente todas las tiendas cerradas y al final, tras cruzar la puerta Hozo-mon, deslumbra la vistosa iluminación del templo Senso-ji. Si tenéis oportunidad de repetir la visita a templos o sitios turísticos, muchos cambian completamente del día a la noche gracias a la iluminación artificial. De camino al hotel pasamos por una calle comercial techada o shotengai, con tiendas y restaurantes, la calle Sushiya. 

Las vistas desde nuestra habitación de la espectacular torre de Tokio Skytree quedarán siempre en nuestra memoria. Ese juego de luces de colores que subían y bajaban al caer la noche resultaba tremendamente hipnótico.

Cuarto día completo en Tokio

Este día lo dedicamos por completo a la excursión al Monte Fuji que fué realmente espectacular, con entrevista de la televisión nacional japonesa incluída. Os lo comentaremos en una próxima entrada.

Quinto día completo en Tokio

La mañana la dedicamos a explorar con más calma Asakusa y de camino de nuevo al templo Senso-ji nos acercamos al puente Azuma, nada más pasar la estación de Asakusa, para fotografiar la sede de la cerveza Asahi, Asahi Super Dry Hall, coronada con una extraña llama dorada que da lugar a otras interpretaciones. La estampa es realmente bonita con la torre de Tokio al fondo. Desde aquí salen los cruceros hacia Odaiba, una isla artificial repleta de centros comerciales, atracciones e incluso una mini réplica de la estatua de la libertad. Nosotros no la visitamos, pero si dispones de tiempo es una opción muy interesante. Pero sí descubrimos un antiguo callejón subterráneo en la estación, el Asakusa Underground Street, también llamado Asakusa Chikagai, que, sinceramente, ha vivido tiempos mejores.

Volviendo sobre nuestros pasos hacia la puerta de Kaminari-mon, que da acceso al templo, subimos de nuevo al mirador del centro de información turística para ver las vistas con la luz del día.

Una vez abajo, atravesamos de nuevo la puerta del trueno, ya repleta de turistas y con la zona comercial en plena ebullición con tiendas de artesanía, dulces y souvenirs fundadas en la época Edo. Es un buen sitio para comprar recuerdos. Antes de terminar la calle distinguimos entre la algarabía unos cánticos infantiles que provienen de un jardín de infancia anexo al templo, un toque de armonía entre tanta entropía. 

Al pasar la puerta Hozo-mon y mirando a nuestra derecha observamos el contraste con la moderna torre de Tokio. El edificio principal y la pagoda de cinco pisos Goju-no-To crean una maravillosa postal tanto de día como de noche. Tras admirar el edificio principal, las ofrendas y las plegarias de los fieles lanzando monedas a la caja de madera y el increíble contraste con la modernidad circundante, nos dirigimos a la calle Hoppy, una animada calle llena de Izakayas, atravesando la calle peatonal Denpoin, las dos son buenas opciones para degustar algún plato japonés. 

Al final de este recorrido nos topamos con el centro comercial Marugoto Nippon, donde en la primera planta tienen una tienda con productos de todo el país y la famosa marca de ropa Uniqlo con precios muy interesantes, también en la última planta hay un food court, con multitud de restaurantes. Justo enfrente, un Don Quijote, el ‘Corte Inglés japonés’, nos invita a entrar y perdernos entre sus miles de secciones. 

Una vez liquidadas algunas compras, seguimos camino hacia Kappabashi dori, una avenida especializada en menaje y productos para hostelería de aproximadamente un kilómetro. Es el lugar ideal para comprar unos buenos cuchillos, un juego de palillos o cuencos. Nosotros nos arrepentimos de no haber mirado algún cuchillo, así que no lo dejéis pasar.

Matsuri Bayashi

Gastronomía. El hambre ya apretaba, así que después de mirar un par de opciones en Google Maps, nos decidimos por Matsuri Bayashi, un sitio especializado en okonomiyaki y yakisoba, donde tú mismo cocinas los ingredientes en la plancha individual que dispone cada mesa. El okonomiyaki se elabora a partir de una masa de harina, agua, repollo o ñame rallado y huevo. Los ingredientes a añadir son muy variados, la cebolla verde o cebolleta, carne picada, queso, mochi, gambas, pulpo… Finalmente, el plato se sirve con salsa de okonomiyaki, katsuobushi (pescado seco), aonori (algas secas) y mayonesa, condimentado al gusto. La amabilidad del personal es exquisita, te dan todas las explicaciones y te ayudan si te ven perdido. La comida fué todo un éxito y salimos muy satisfechos. De camino al hotel pasamos por la calle comercial Sushiya techada o shotengai, con tiendas y restaurantes. Descansamos un ratito en el hotel para continuar viendo más y más cosas.

Torre de Tokio y Templo Zojoji

Se nos acababa el tiempo y no queríamos irnos sin ver la torre de Tokio, un clon de la torre Eiffel de París pero vestida de rojo y blanco (tiene su propio emoticono en Whatsapp). Hicimos una visita express atravesando el imponente templo de Zojoji ya a punto de cerrar, donde descansan seis señores de la guerra Tokugawa que gobernaron la nación. Visto desde el exterior se ve muy bien conservado y en el interior aún escuchamos rezos y oraciones budistas.

Torre de Tokio

La torre de Tokio es la torre de metal más alta del mundo, con 13 metros de diferencia respecto a su prima francesa, se construyó para dar cobertura de la televisión pública a la región de Kanto. Es posible subir a los dos miradores que tiene la torre previo paso por taquilla. Justo en la base de la torre hay un complejo de 4 pisos de tiendas y restaurantes llamado ‘Foot Town’. Después de unos cuantos selfies nos despedimos de la torre a la que nos hubiera gustado ver de noche con su peculiar iluminación, diferente en invierno y en verano.

Akihabara

Al barrio friki por excelencia de Tokio, también llamado la ciudad eléctrica, le dedicamos el resto de la tarde. Si hay algo que sorprende en Japón es el exceso de cartelería, mensajes y neones que encuentras por la calle, en Akihabara es multiplicado por 10. 

Una de las visitas marcadas en la agenda era la tienda Super Potato, un paraíso para los nostálgicos de los videojuegos de los 80 y los 90, con un amplísimo catálogo de juegos y consolas retro, además en la última planta tienen unas cuantas máquinas recreativas listas para jugar.

Paseando por sus avenidas y alguna que otra estrecha calle, puede sobrepasarte el incesante fulgor de los anuncios, las músicas entremezcladas de unos y otros locales y, por supuesto, las multitudes que van y vienen. Hoy en día es el paraíso de la cultura otaku, un término similar al friki que conocemos, pero que en Japón hacen suyo al añadir también el anime, el manga, la tecnología, los videojuegos, los maid cafés y el cosplay (disfraces). Todo en sí es una mezcla de sabores, una sucesión de tiendas de informática, de segunda mano (como Book Off), de sex-shops, de ídolos del J-Pop, de gashapon (la típica máquina expendedora de bolas de plástico, sí, una inmensa tienda sólo dedicada a eso), de chicas vestidas de sirvientas a pie de calle llamando la atención reclutando clientes para los maid cafés. Decir que a estas chicas no les gusta que las fotografíen, si queréis hacerlo es aconsejable pedirles permiso.

También existen los típicos centros comerciales tipo Media Markt, como Sofmap Akiba Ekimae (en frente de la estación de JR) con unas vistosas escaleras mecánicas exteriores y donde curiosamente puedes encontrar tablets, portátiles y otros aparatos electrónicos de segunda mano a muy buen precio. Los japoneses cuidan mucho las cosas y cualquier cosa que compres usada estará en un estado impecable.

Otra de las actividades que ofrece el barrio son los talleres de artesanía (como en 2k540 Aki-Oka Artisan bajo las vías del tren) o de Origami (Origami Kaikan), actividades que nuestra apretada agenda nos impidió realizar. Akiba da fé del híper consumismo de la sociedad japonesa y está dominado por un cambio constante, se cierran y abren tiendas en un abrir y cerrar de ojos.

Yanesen

La mañana antes de nuestro vuelo de vuelta nos decantamos por el barrio histórico de Yanesen. De camino desde Ueno pasarás por el enorme cementerio de Yanaka. Desde el tren sobrecoge la enorme cantidad de obeliscos y la exuberante vegetación. Como curiosidad os contamos que no hay nadie enterrado físicamente. El terreno en Japón es muy caro y lo habitual cuando alguien muere es la incineración. El pequeño terreno que acoge el obelisco es como un mausoleo que va acumulando las cenizas de varios familiares. En los obeliscos o en unas tablillas, con forma de esquíes, se van grabando los nombres de los difuntos.

Yanesen es parte del casco antiguo de Tokio, conocido como shitamachi, y consta de tres zonas: Yanaka, Nezu y Sendagai. Este barrio sobrevivió a la guerra y a otros desastres, al contrario que gran parte de la ciudad. Los tokiotas suelen visitarlo para revivir el pasado y disfrutar de su ambiente acogedor. 

La calle comercial Yanaka Ginza atraviesa el corazón de Yanaka, hay muchas tiendas y talleres de artesanía con solera que llevan funcionando desde el período Taisho (1912-1926), hasta modernas pastelerías. El paseo por sus callejuelas y vericuetos nos encantó y es que a veces viene bien desconectar de la gran urbe.  Degustamos nuestro último dorayaki en una de estas pastelerías junto con un buen café mientras llegaba la hora de regresar de nuevo a Ueno.

Consejo: una de las formas más rápidas y económicas para salir o ir al aeropuerto de Narita, si todavía no dispones del pase JR, es con la línea Keisy Access Express que sale de la estación Keisei Ueno y cuesta unos 1300 yenes por persona desde Asakusa.

Y hasta aquí nuestra modesta aproximación a Tokio de la que nunca te cansas y a la prometemos volver. En próximas entradas seguiremos relatando nuestra experiencia por este increíble país.

また後で (Hasta luego).

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3 comentarios

  1. Os habéis superado! Es un reportaje exhaustivo que te sitúa en Japón cuando lo vas leyendo… Enhorabuena por vuestro trabajo, veo que el viaje os ha encantado y la cultura japonesa os ha atrapado… Muchas gracias.

  2. Es de agradecer el esfuerzo que habéis hecho para recopilar tanta y buena información y que , además,la pongáis a disposición de todos vuestros lectores. Enhorabuena y muchas gracias.

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