En la vida hay un apartado de sueños por cumplir. Algunos son factibles y otros los dejamos almacenados en algún lugar sabiendo que probablemente no se harán realidad.
Rapa Nui estaba en este segundo rincón de anhelos porque está lo suficientemente lejos y es lo suficientemente caro como para no planteárselo en unas vacaciones. Así es que, cuando decidimos dar la vuelta al mundo, mi primer pensamiento fue cumplir este gran deseo. Sabía que, si no lo hacíamos ahora, se quedaría en esa lista de sueños incumplidos. Y no podía consentirlo.

